Brad Pitt confesó la decisión de la que se arrepiente y marcó un antes y un después en su carrera

Aunque Brad Pitt tiene una carrera repleta de éxitos en Hollywood, no todo lo que brilla en su filmografía lo llena de orgullo. A más de 20 años del estreno de Troya, el actor reveló que, pese a su impacto comercial, se trató de una experiencia frustrante para él. En una entrevista con The New York Times, Pitt confesó: “Tuve que hacer Troya porque había rechazado otra película y le debía una al estudio. Fue doloroso”.

El film, dirigido por Wolfgang Petersen y lanzado en 2004, fue una superproducción épica que recaudó más de 497 millones de dólares en todo el mundo. Pitt interpretó a Aquiles, el guerrero invencible de la mitología griega, pero el resultado no lo dejó satisfecho. “La forma en que se contaba la historia no era como debería ser. Eso me estaba volviendo loco”, reconoció. El mayor motivo de su malestar, explicó, fue tener que abandonar un proyecto con los hermanos Coen: To the White Sea, que finalmente no se concretó por falta de presupuesto.

El actor venía de trabajar con directores como David Fincher y, según dijo, se había acostumbrado a una manera más profunda de abordar los personajes. “Me había convertido en un niño mimado por Fincher. Y en Troya no había ni rastro de eso”, declaró. Sin embargo, esa experiencia sirvió como punto de inflexión. “Ahí tomé la decisión de invertir mi tiempo solo en historias de calidad. Se notó en la siguiente década de mi carrera”, aseguró, en lo que se puede leer como una crítica directa a la lógica de los grandes estudios.

Más allá de las dudas de Pitt, Troya fue una de las películas más caras de su tiempo, con un presupuesto de 175 millones de dólares. El elenco fue imponente: Eric Bana como Héctor, Orlando Bloom como Paris, Diane Kruger como Helena y figuras como Sean Bean, Brian Cox y Peter O’Toole. Las escenas de batalla, a gran escala, marcaron visualmente al film, pero no bastaron para convencer a parte de su elenco.

De hecho, años después, Orlando Bloom también admitió haberse sentido incómodo con su papel. “Hacerlo fue completamente en contra de todo lo que sentía dentro de mi ser”, confesó el actor británico. Así, Troya queda en la historia no solo como un éxito comercial, sino como una lección para varios de sus protagonistas sobre los desafíos de equilibrar el espectáculo con el contenido.