¿Estados Unidos? No, el Este tucumano

Los nombres de Alabama, La Florida y Luisiana llaman la atención a quienes llegan por primera vez al Este tucumano.

Tendencias 23/01/2024 Redacción ShowOnLine Redacción ShowOnLine

Son localidades con más de un siglo de historia, que fueron bautizados con nombres de regiones del sur de Estados Unidos.

No hay documentos oficiales, pero las voces que se transmiten de generación en generación coinciden en cómo fue que se lo bautizó con ese nombre. 


Cuenta la leyenda que un grupo de tucumanos dedicados a la producción azucarera viajó a Estados Unidos para interiorizarse sobre la siembra, las maquinarias y la cosecha, y quedaron enamorados del sur del gran país del Norte.

Al volver a Tucumán decidieron bautizar los parajes con los mismos nombres que habían visto en Norteamérica. 


Por esa razón, Alabama es vecina de Virginia, que a su vez está cerca de La Florida y Luisiana (todas en el Este de nuestra provincia).

Hasta principio de los años 80, Alabama era una colonia, donde vivían más de un centenar de familias dedicadas a la cosecha de caña de azúcar. Eran operarios del ingenio Concepción, ubicado en Banda del Río Salí.

Luego se vendieron las tierras y las familias cambiaron de territorio, mientras Alabama se convertía en una finca privada. Hoy en día, es una porción de terreno de unas 2.500 hectáreas donde abunda la caña de azúcar, pero también se siembra trigo y soja.

En Alabama pueden verse los altares con cruces de metal que recuerdan a los fallecidos. Pero hay un altar, ubicado en un extremo de la finca, que concentra una historia muy particular. Ahí mataron a un campesino conocido como “El Ñato” Barrionuevo. El relato de los lugareños dice que la Policía persiguió al Ñato, lo detuvieron en medio del campo, y lo llevaron a una zona con malezas altas, donde lo acribillaron a balazos.

Hoy en día, una vez a la semana, un grupo de mujeres llega al lugar para rendirle culto y hacer una promesa. Beben vino tinto, conversan entre ellas, arrojan un poco de bebida en la tierra y piden los deseos para sus hijos en edad escolar, con una promesa a cambio.

Los lugareños consideran milagroso al “Ñato”. El altar está repleto de “regalos”. A simple vista pueden verse delantales escolares, carpetas, botellas de vino vacías, mochilas escolares, apuntes de clase, algunas flores secas, cuatro vírgenes de yeso, y cajas de tetrabrick dispersas entre la maleza.

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