Ella es francesa, él tucumano: construyeron una posada en Tafí del Valle

La historia de la francesa y el tucumano que decidieron unir sus caminos y afincarse en los valles calchaquíes, donde invitan a una estadía sustentable.

Tendencias27 de enero de 2022Redacción ShowOnLineRedacción ShowOnLine

El flechazo sucedió en un vuelo Madrid-Buenos Aires, en 2005. Fabienne Nouvelot viajaba con su hermana gemela, Sandrine, para iniciar un periplo por los Andes hasta Ecuador. Juan Concha Lozano volvía a pasar las fiestas a su Tucumán natal después de veinte años radicado en Francia.

Seis meses después de ese primer encuentro en el aire, hubo otros en Francia. Pero la mayor parte del romance continuó de modo virtual. “Nos escribimos unos cien mails más o menos”, relata él.

En uno de esos mails, Juan le propuso a Fabienne viajar juntos a Argentina para que ella pudiera conocer su pago, Tafí del Valle. El lugar añorado, donde había sido feliz en su infancia y juventud, tenía la base inmejorable de un rancho familiar de montaña. El proyecto era transformarlo en una maison d’hôtes –casa de huéspedes, un concepto muy extendido en la campiña francesa– para recibir viajeros que quisieran descubrir el noroeste argentino.

En Tafí, pensaron, iban a poder fusionar todo lo que habían aprendido antes de conocerse. Juan soñaba con poner en práctica sus saberes en la construcción ecológica, la agricultura y la naturaleza. Fabi, con su perfil más académico, estaba lista para bajar a la tierra su mirada multicultural y ser anfitriona de viajeros globales.

El rancho, entre la villa y el río La Banda, se convirtió en una posada a la que llamaron Inti Watana o “sol detenido”, en quechua. La impronta astronómica es influencia de Juan, que diseñó un reloj solar a reflexión en la galería: marca las estaciones, el día y la hora, además de concientizar sobre el lugar que ocupamos en medio de los astros. Las cuatro habitaciones (no quisieron hacer más, para preservar el carácter íntimo) se llaman Solsticio, Equinoccio, Eclíptica y Geoda. A la última se entra a través de una esfera arcillosa que imita la forma de la Tierra.

   

La casona está hecha con materiales reciclados: descartes de demolición, vigas de quebracho colorado, durmientes de ferrocarril, piedras graníticas de río. El techo de paja y los muebles encargados a artesanos locales, con tientos de cuero y tejidos, fueron aspectos estudiados de acuerdo a los pilares de la construcción bioclimática. Hay un foco especial en el ahorro energético, con captores solares que precalientan el agua para las duchas, luz natural que entra desde los claros del techo y un invernadero que junta calor y lo envía al interior.

    

Los huéspedes comparten el día a día con los anfitriones. Juan da talleres de cerámica, mientras que ella se dedica a recomendar salidas, caminatas y atractivos cercanos o algún libro de su biblioteca de sustentabilidad. El desayuno es casero, preparado con productos orgánicos y cosechados en la huerta. Suelen ofrecer dulce de tuna para untar con el pan brioche y dulce de cayote con nueces y naranja tucumana rallada.

    

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