Mitos y verdades del consumo de alcohol: las seis cosas que conviene saber antes de beber

El alcoholismo mata a una persona cada 10 segundos y Argentina está dentro de las estadísticas más negras.

Bienestar14 de febrero de 2023Redacción ShowOnLineRedacción ShowOnLine

Los jóvenes comienzan a tomar alcohol cada vez a edad más temprana: hoy, a los 13 años, pero la tendencia es que cada vez sea a menor edad. Entre los adolescentes de 13 a 15 años, el consumo en mujeres aumentó superando al de los varones. Y en los adolescentes de ambos sexos, el consumo aumenta con la edad. De todos modos, los adultos también beben más que antes, sobre todo los varones, en términos estadísticos.

Según la Organización Mundial de la Salud, Argentina ocupa el tercer puesto de consumo en América: 9,1 litros per cápita/año. El primer puesto lo tiene Canadá (10 litros) y Estados Unidos, el segundo con un consumo anual per capita de 9,3 litros, siempre midiendo alcohol puro.

La pandemia ayudó poco y por eso la OMS y la Organización Panamericana de la Salud duplicaron el esfuerzo a principios de este año, en relación a los países americanos. “La OPS exhorta a los países de la Región a frenar el consumo nocivo de bebidas alcohólicas mediante el aumento de los impuestos aplicables e imponer amplias restricciones a la publicidad y la promoción”.

Este año, la OMS alertó que en menos de la mitad de sus países miembros la comercialización de bebidas alcohólicas en internet (48%) y en redes sociales (47%) no está reglamentada. Y debería estarlo. Al margen de eso y mientras el tema se ponga en caja, qué podemos hacer y qué deberíamos saber en materia de consumo de alcohol.

Verdades y mentiras del consumo de alcohol

El que sabe tomar no se emborracha.

Es falso. El consumo excesivo de alcohol no genera tolerancia ni aminora el mal que puede producir en la salud; los efectos nocivos del alcohol no desaparecen. El impacto en el cuerpo del individuo depende sobre todo, pero siempre, de la graduación alcohólica, de la cantidad que se ingiera y de la velocidad en la ingesta.


Si se bebe una pequeña cantidad de alcohol, no pasa nada, se puede manejar.

Es falso, porque aún un consumo de poca cantidad puede afectar la velocidad de respuesta rápida ante una stuación de peligro. Una pequeña dosis también adormece los reflejos y la percepción del tiempo-espacio. Puede haber accidentes.

Desaprobar un examen no es un accidente vial, pero sí podría ser una frustración personal. Por la misma razón que se desaconseja beber cuando se va a conducir un auto, se desaconseja tomar alcohol cuando se está estudiando, porque disminuye la concentración.

El alcohol desinhibe.

Tal vez en los primeros momentos, porque enturbia la percepción de lo que rodea al bebedor, pero el alcohol no es un estimulante y a medida que aumenta la cantidad que se toma, se enturbia la percepción y la comunicación con el entorno. Lo contrario es un prejuicio cultural.


El alcohol favorece las relaciones sexuales.

Desinhibe al principio, pero al ser un depresor del sistema nervioso central, el alcohol retarda la respuesta sexual. Por no mencionar que, al perderse noción de lo que sucede, hace aumentar los embarazos, hace olvidar el uso de preservativos y expone a contraer enfermedades de transmisión sexual, cuando no situaciones violentas o no deseadas. En síntesis, es falso.


Si se come algo, el alcohol emborracha menos.

Es falso, aunque comer algo antes y durante la ingesta de alcohol ayuda, el consumo sin medida produce el mismo efecto. Cada persona responde de una manera diferente al alcohol, según el grado de alcohol de la bebida, la cantidad que tome y la velocidad con la que beba.

El vino y la cerveza emborrachan menos.

Es falso, porque los efectos del alcohol son los mismos con todas las bebidas, cualquiera sea su graduación alcohólica.


El vino tinto es la bebida alcohólica más sana.

Sí, pero sólo porque es la variante alcohólica que ha sido más estudiada. Se cree que el resveratrol presente en el hollejo de la uva tinta tiene propiedades antioxidantes y cardioprotectoras, ya que está asociado al aumento de colesterol bueno y a un menor riesgo de coagulación sanguínea. Se estudia también el efecto antiinflamatorio de la quercetina presente en la uva tinta.

De todos modos, cualquier beneficio potencial del alcohol es pequeño en relación a los daños que provoca el consumo excesivo. Para la mayoría de las personas, los posibles beneficios no superan los riesgos.

El alcohol deshidrata.

Es verdad, por eso es importante intercalar vasos de agua con el consumo de una bebida alcohólica. Es menos perjudicial para el estado general, si cuando ya no se va a tomar más, se ingiere agua o jugo.

Con un café negro y un baño, disminuye la resaca.

Aunque esté en infinidad de películas, es falso, porque sólo el 10% del alcohol consumido se elimina en la orina y la transpiración. El resto se metaboliza en el hígado y se convierte en azúcar, porque las bebidas alcohólicas tienen un alto contenido calórico.

Es decir que además de emborrachar, engorda. Medio vaso de vodka (100 mililitros) tiene 300 kilocalorías; la misma cantidad de coñac, 280 kilocalorías; y de ron o ginebra, 244 kilocalorías.

Tomar sólo el fin de semana no es preocupante.

Es falso, porque el día de la semana en que se bebe alcohol no es patrón de consumo, sino la frecuencia y la cantidad.

El consumo de alcohol comienza a ser excesivo cuando alguien supera tres bebidas en cualquier día de la semana o más de siete bebidas a la semana, en el caso de las mujeres.

En los hombres de 65 años, o mayores comienza a ser preocupante cuando supera las cuatro bebidas en cualquier día o más de 14 bebidas a la semana.

En las mujeres, el consumo de alcohol se considera compulsivo cuando se toman cuatro o más bebidas dentro de un período de dos horas. Entre los hombres, de cinco o más bebidas en el mismo lapso.

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